
La santa sufí Rabia-Al-Adawiyya
Publicado en: Espiritualidad, Sufismo
La vida de Râbi`a puede ser
expresada en una sola frase. La mística de Basora hizo sólo una cosa en
su vida: amar a Dios. Como casi todos los grandes viajes, su nombre
anuncia una paradoja: era la cuarta hija de un matrimonio pobre y por
eso la llamaron Râbi`a, la cuarta, y por eso también se fue a la raíz
para desprenderse de sí y sustituir el cuatro por el uno. Sólo una cosa
hizo: amar completamente a Dios.
El corazón de Râbi`a no tenía espacio para nada más:
la belleza de la creación le parecía insuficiente, la posibilidad del
matrimonio incompatible con su vocación, la promesa del Paraíso un velo,
el temor al Infierno otro, ella no tenía tiempo ni para rechazar a
Satán ni para atender al Profeta; emprendió su peregrinación a La Meca y
cuando la Kaaba salió a recibirla también se lamentó de no poder ir más
allá de la Morada para alcanzar al Morador. La ilaha ilallah. No
hay más realidad que Él. Radical e imposible fue su postura. Al
dualismo que es la respiración también hubiera querido saltárselo.
Escapar de su condición humana, de esta vida que para ella separaba, ir
siempre un poco más allá y morir antes de morir. Salirse de sí para
sumergirse en Dios, ese océano. Su piel desvanecida en átomos que nadan
por el mar, hecha una con el Uno, vertida por fin en Él, sus lágrimas
borrando los límites de su cuerpo y su corazón convertido en espejo del
espejo. Los peces multiplicándose en su corazón.